jueves, noviembre 21, 2013

Mar de tristezas

Naufrago por tu cuerpo. Charlo con cada una de las olas que pasan por encima de mi cabeza, tocando con mis pies un fondo falso, sintiendo la sal en mi garganta y escupiendo peces de colores. Mis ojos están cansados; mi espalda dolorida y mis pies ya no responden. Surgen preguntas que no logro contestar cuando noto que mis lagrimas se han acabado.


El frío se apoderó una vez más de mis latidos y poco a poco fui cayendo en ese letargo de sonrisas perdidas, como en aquella ocasión, donde le rogué a mi mano izquierda para que le dijera a la derecha que yo ya me había marchado del mundo y que podía dejar de hacer presión en esa herida profunda… esa que me proporcionó un disparo al alma.

Pero en medio de mis pensamientos tropiezo con una balsa, ya es muy tarde, pues no tengo tiempo para subir. La muerte no da espera y yo no me puedo incorporar de nuevo a la escena. Es inevitable que vea gotas dentro de mis ojos o que el invierno en medio de nubes y estrellas se sienta en la piel. Ahora, que los árboles de médula y huesos de corteza ya no danzan, no queda más sino hundirme entre aguas saladas, agrias, dulces y ácidas al pie del mar de los delirios.

Dulce venero volverte a encontrar después de conocer a la muerte.

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